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El tiempo detenido Covid-19

Hay veces que el tiempo para. Sientes que rompe su ritmo constante y se detiene.

Seguro que todos lo hemos vivido alguna vez. Se nos ha detenido el tiempo por algún suceso traumático que nos ha cambiado la vida. Nunca pensé que eso pudiera pasar colectivamente… hasta que lo he visto.

Siempre abril

Hace 4 meses estaba celebrando la Navidad en Viena:  volé en aviones llenos de gente,  cené en restaurantes repletos, estuve varias noches en el mirador del hotel, bebiendo cócteles de champán y comiendo anacardos con las manos. Hoy eso es impensable.

Parece que ha pasado una eternidad de eso. Ahora el tiempo se ha detenido. En un abril eterno, que empezó en marzo y que no sabemos cuando acabará. Todos los días son el mismo día. Abril, siempre abril.

Las cosas cambian en un segundo y no vuelven a ser como eran. El miedo a la enfermedad y a la muerte de los nuestros pesa mucho en nuestras acciones.  Tenemos miedo y pensamos que igual tendremos que adaptarnos a vivir así. A ser una especie de topos asociales, confinados para sobrevivir mientras vemos a nuestro alrededor como nuestra sociedad cambia para siempre.

Lo vemos hoy en el trabajo. Los que podemos, teletrabajamos a pleno rendimiento entre ollas de macarrones, enfrentando situaciones domésticas inéditas e incertidumbres profesionales más inéditas incluso. Los planes estratégicos, las acciones a corto, las preventas, las oportunidades, las contrataciones, los proyectos en marcha, las inversiones… todo lo que estabamos trabajando se ha parado.

Incertidumbre es palabra sí. Mucha incertidumbre.

Un día, otro día, otro día…

Empresarialmente, ¿qué va a pasar?

Y empresarialmente ¿qué va a pasar? Pues empresarialmente necesitamos líderes que se adapten y comprendan cuál es la nueva realidad. Incluso antes de que sepamos cómo va a ser realmente, antes de que se produzca.  Líderes que enfrenten la incertidumbre y sepan canalizar en sus acciones directivas los sentimientos encontrados que esta situación ha provocado en los equipos: por una parte miedo, rabia, dolor, desesperación y dudas pero también apoyo, afecto, comprensión y solidaridad.

Al final hay que adaptarse, mejorar en el nuevo medio, aprender de lo que nos pasa y evolucionar hacia otra cosa. Volveremos a oficinas distintas con clientes distintos y situaciones que afectarán a la base del sistema . Saberlo y vencer el miedo a lo desconocido que todos tenemos hoy incrustado es la clave para nuestros próximos pasos. Si no actuamos desde el liderazgo iremos a un escenario peor que en 2008 y emocionalmente comparable a periodos de posguerra.

Donde la mayoría de la gente se bloquea, empresarialmente necesitamos líderes que sepan seguir.  Y salir, más pronto o más tarde, de este abril infinito en el que el tiempo no pasa.  Gente que sepa que en esta vida, después del 17 de abril, si lo haces bien, puede venir el 18 de noviembre.


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