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Lo estrictamente cierto

Cuando mi hijo tenía dos años, estaba con una bolsa llena de juguetes en la mano. Le vi las intenciones que tenía y le advertí: “no tires eso al suelo”. Mi hijo, me miró muy serio con esa media sonrisa y acatando mi orden como en él es habitual, vació el contenido de la bolsa encima del sofá. “Tú me has dicho en el suelo. Te he hecho caso.”

Descubrí a mi pesar que en la literalidad tenía razón y he ido refinando mi técnica. Pasé de preguntarle “¿qué tal en clase?” a “¿qué tal en el colegio?” porque con la primera forma omitía si le habían castigado en el comedor, que no es estrictamente en clase. Y tuve que cambiar a “¿qué tal el día?” para que incluyera los sucesos acontecidos en el autobús, que no es estrictamente en el colegio.

A este juego inquisitivo al que jugamos mi hijo y yo, yo lo llamo “de lo estrictamente cierto”. Lo “estrictamente cierto” es aquello que sin temporalidad ni contexto es cierto literalmente, pero que si se conoce la situación completa o las partes omitidas no refleja la realidad. En la vida profesional es un aspecto que hay que tener en cuenta a la hora de recabar información. Vamos a ilustrar con un ejemplo:

«El proyecto está en fechas, entregaremos el desarrollo a tiempo»

Yo antes escuchaba eso y me quedaba tranquilo. Ahora también, dependiendo de quién me lo diga. Por si acaso, para saber si la situación es real o sólo “estrictamente cierta”, haría las siguientes preguntas:

• ¿En qué fechas va? ¿En las de la planificación original? ¿En las de la primera replanificación? ¿La segunda? ¿Cuántas veces hemos replanificado? ¿Qué piensa el cliente de las fechas?

Entregar el desarrollo ¿Qué significa? ¿Probado? ¿El desarrollo en preproducción para probarlo? ¿En producción para los usuarios finales? ¿La release 1? ¿La 2?

En lo estrictamente cierto hay dos participantes: el que informa y el que recibe la información. El informador pretende dar los datos justos estrictamente ciertos de forma que en un futuro no se le pueda reprochar que ha mentido, sin dar detalles o información adicional que conoce y sabe que puede perjudicarle. El receptor, ante esa actitud conservadora se ve en la obligación de preguntar y preguntar para desbrozar la realidad del estrictamente cierto y mantener así su derecho a posterior reclamación.

Todos sabemos que hay gente para la que mentir o engañar no supone un problema. Hay otra gente a la que mentir le da cierto apuro y prefiere la omisión o el “estrictamente cierto”. De cara a los mentirosos, allá cada uno. Respecto al “estrictamente cierto” recomiendo entrenar las habilidades inquisitivas. Hay veces que yo también juego a lo estrictamente cierto, pero hay que tener en cuenta que yo he aprendido del mejor. Y que entreno todos los días para no encontrarme en el sofá lo que no quiero en la alfombra.


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