Esta semana me ha venido a la cabeza una historia que contaba hace unos años a mis compañeros, en los momentos más duros de la crisis económica.
Originalmente la llamaba Las pinzas que no aprietan, pero siguiendo el consejo de alguien a quien aprecio mucho lo he cambiado por:
La caja de las pinzas
Después de muchos años viviendo en casa de mis padres, un día decidí que era hora de independizarme.
Cuando estaba montando mi casa, fui a comprar pinzas para tender la ropa. Como quería tenerlas ordenadas busqué también una caja de plástico para guardarlas.
Llegué a casa y metí las pinzas en la caja. Cabían todas y podía cerrarla con la tapa.
Por aquel entonces, tenía un tendedero que daba a la calle. Allí colgaba las camisas con dos pinzas: una en cada extremo del cuello. Cuando intentaba poner sólo una, acababan cayéndose al patio. Dos pinzas eran lo apropiado para cada camisa.
Según pasaron los días, empecé a darme cuenta que algunas pinzas no apretaban bien y varias veces tuve que bajar a por alguna camisa que se me volaba pese a tener dos pinzas puestas. Eso me llevó a empezar a poner tres pinzas por camisa cuando usaba alguna de esas pinzas que no apretaban.
Mis coladas se hicieron más grandes y empecé a necesitar más pinzas para tenderlas. Al comprar más y echarlas en la caja, no pude taparla. Ya no cabían y normalmente tenía varías que se me quedaban fuera. Un día, al forzar la tapa para cerrarla, rompí la caja.
Aquello me hizo pensar:
- La caja se ha roto por meter muchas pinzas.
- No me caben todas las pinzas en una caja de ese tamaño.
- Una camisa se sujeta con dos pinzas.
- Si las dos aprietan no hay ningún motivo para poner tres.
- Una pinza que no aprieta ocupa en la caja lo mismo que una que sí aprieta.
Compré una caja igual que la que se había roto, fui a casa y tiré todas las pinzas que no apretaban. Mi caja nueva con menos pinzas cerró perfectamente. En lo sucesivo sólo usé dos pinzas por camisa.
Si tienes pinzas que no aprietan, no aportan resultados, ocupan espacio y se acaba rompiendo la caja. Y si la caja se rompe, todas las pinzas se quedan fuera, también esas que hacen que tus camisas no se caigan al patio.
Moraleja:
A no ser que tengas recursos infinitos, (una caja enorme para guardar pinzas) procura que tus pinzas aprieten.
Disclaimer:
Siempre he sido pinza, nunca he puesto una caja propia. Ahora bien, he visto romperse muchas cajas: algunas por las pinzas, otras por querer tender con pinzas pequeñas lo que necesitaba pinzas grandes y otras porque el que tendía no sabía ni dónde estaba el tendedero…
Y hay una parte de la historia que no se puede obviar: hay pinzas estupendas para camisas que no son capaces de sujetar pantalones vaqueros. Y otras que sujetan muy bien la ropa de invierno pero se cargan la de verano. En este mundo de los tendederos, es muy importante que las pinzas sepan elegir su caja…
Los comentarios están cerrados.